lunes, 28 de julio de 2008

TaLóN De aQui LeS CueNTo

Un doble mantel adorna las mesas. El de abajo es blanco, impecable. El de arriba de color rojo punzó, un toque de personalidad. Las sillas vestidas con un gran moño por detrás. Los muebles de madera tallada, con las iniciales del restaurante. En cada mesa hay 3 copas, 3 tenedores, 3 cuchillos, y 2 cucharas. Un plato grande espera que le coloquen otro encima. Un recepcionista, vestido de traje, espera en la puerta y acomoda sutilmente a los clientes. El "metre" toma nota y otro camarero trae a la mesa los platos, de gran tamaño pero poco abundantes, la cocina de diseño en su mayor expresión. Y hasta dicen, que el chef sale de la cocina con su gorro característico preguntando por las mesas como va todo.
Estamos de acuerdo en que un lugar de estas características, le gustaría a todo el mundo(si lo pudiera pagar). Lujo, comodidad, estilo, calidad, esquisiteces, finura, delicadeza, atención excelente, y cuantos adjetivos de primer nivel quieran agregar. Pero, ¿Es algo irrechazable? ¿Es algo que le guste a todo el mundo? Y no hablo de gente de izquierda que rechace el lugar como rebeldía al capitalismo que demuestra un lugar así. No hablo de "prefiero una pizza" antes que esas cosas raras. No hablo de ratas y cucarachas en la cocina del lugar. Hablo de pequeños detalles, sumamente personales, casi imperceptibles para todo el mundo, menos para vos, para mi, que nos resulta algo imperdonable.

Llego al restaurante, el recepcionista me da la mejor mesa. El metre se acerca y mientras nos da la carta, saca del bolsillo un saumerio especialmente traido de la India con aromas que nos harán disfrutar doblemente de nuestra cena, lo prende y lo deja en centro de mesa preparado especialmente para dicha función.
Para muchos, ese detalle puede haber sido las últimas décimas para llegar a un 10, un toque de sutileza único, una forma de tratar a sus clientes realmente personalizada.
En cambio, para mí, es tirar a la basura todo lo mostrado hasta ese momento.En ese preciso instante el lugar me deja de gustar. (Y? rechazable). Las copas y cubiertos me parecen exagerados, la comida insuficiente, el chef un "grasa" por salir de la cocina, el vino de damajuana, y el rojo punzó me hace acordar a la corbata de la que habla Hugo Varela. Porque no solo me desagradan por completo los olores emanados por esas cosas, sino que me hace pensar que la comida la preparan en la feria de artesanos que queda a 3 cuadras del lugar.
Imperdonable.

Son detalles muy personales, la mayoría de ustedes se hubieran ido de un lugar así al sentir que de fondo, la musica funcional era cantada por Antonio Ríos. En ese caso yo me hubiera quedado encantado.

Y con las personas, ocurre exactamente el mismo mecanismo.

Te invitan a un cumpleaños. Por primera vez en mucho tiempo, llegás a una fiesta donde 2/3 de los invitados son mujeres. Te servís un vaso de vino espumante y vas con un amigo que te las va presentando una a una. Le darías a todas, pero hay una que te vuelve loco. Es hermosa, morocha, la boca apenas en trompa de labios carnosos y dientes hiperblancos, en contraste con sus ojos verdosos, vestido rojo y ajustado con un escote que deja escapar dos esferas perfectas, una cinturita del tamaño de tu mano, y unas piernas que más de una modelo envidiaría. Preguntás por ella, y te dicen que es re copada e inteligente, que entiende los chistes de Friends y Los Simpsons, que vive sola en un departamento, y que su auto es el negro que está en la puerta. AH! y que se peleó con el el novio 3 meses atrás (y que al WINI juega con el Inter). A simple vista, y para casi todos, sería la mujer perfecta, nadie dejaría de, al menos, intentar que pase algo.
Pero volvemos a lo de antes. A este restaurante de lujo le faltan detalles que no se conocen. ¿Existe algún motivo por que puedas descartar el ataque a primera vista? Si.
En mi caso, si fuera yo el invitado a esa fiesta, me daría igual que se ande tirando pedos y eructos durante toda la noche, que sea tartamuda, verla vomitar de la borrachera que lleva, o que tenga la voz del "chelo" Delgado. Ninguna de esas cosas eliminaría me deseo sexual. Algunos no se bancarían que se abrace a todo el mundo, o escucharla contar anecdotas sexuales hablando del tamaño de pitos que vio en su vida, o simplemente saberla más inteligente que uno. Así y todo estas 3 opciones se dieran en conjunto, no dejaría de intentar levantarmela.
Pero claro que existe su talón de aquiles. Y son dos en mi caso.
Puedo desear a una chica durante toda la noche, pero en el momento que la veo con un cigarrillo en la mano, es como si le salieran bigotes y pelos en las axilas, se le cayeran los dientes, y se le vea un tapón de moco verde salirse del orificio izquierdo de la nariz; como si se transformara en un monstruo que escupe humo y se disfraza de mujer para pasar desapercibidos ante todos, menos para mi.
Pero para que vean que no es nada en contra de cosas que despiden humo, la segunda cosa que me quita el apetito sexial, es que la chica baile fuera de ritmo. No que baile mal, eso vaya y pase, pero a destiempo es algo totalmente asexual. Cuando uno la ve acercarse a la pista la imagina meneandose con movimientos exáctos y miraditas complices, meneandose cual bailarina de cabaret y ni hablar de como transportaría eso a la cama. ¡¡Que desepción por favor!! verla ir siempre pulso y medio detrás de las demás. O peor aún, si justo la sacaste a bailar antes de ver eso, y su "arritmicidad", si se me permite el término, te lleva también a vos a bailar a destiempo, te sentís frustrado, como si ya no valiera la pena ganar esa copa.
Imperdonables.

Pero volvamos a la actualidad, lo del restaurante iba solo a modo de ejemplo, y lo de las chicas ya hace mucho que no me pasa. En cambio, el otro día alguien me hizo sentir ese vacío, esa desepción, ese antideseo a través de la repugnancia.
Entrada la tarde, no eran muchas las personas que quedaban en la pileta. La temperatura no era elevada, y la poca gente que había se dedicaba a disfrutar los escasos rayos de sol que se filtraban del cielo nuboso. De repente, alguien se levanta de su toalla y rompe con la armonía del lugar. Un hombre de unos 35 años, físico de deportista, calvo por elección, comienza a atarse con un nudo su "slip". Todas las cabezas del lugar, giraron para mirarlo, era una persona agradable de ver, y el lo sabía, y tomaba aire para que todos contemplemos los pectorales de gimnasio que tenía. Dentro de la piscina no había nadie, el agua totalmente quieta esperando un chapuzón. Después de dar tres inspiraciones profundas, el hombre se echa a correr, da un par de pasos de carrera perfecta, su tronco erguido, su mirada al frente, se acerca al borde, sube la velocidad, y de igual manera la espectación, ahora también gente de del bar se había girado para verlo. El hombre va a dar su ultimo paso antes de saltar, se les nota en la cara a las mujeres del lugar que lo miran deseando estar dentro del agua para ser rescatadas por el o simplemente esperarlo del otro lado para que llegue el principe todo mojadito. Por mi parte, y ante semejante físico y carrera, me siento ansioso de ver alguna pirueta espectacular. A un metro del agua, en su último paso baja el centro de gravedad para poder elevarse al máximo, empuja el suelo con las piernas, va subiendo con la mirada al frente, pecho inflado y sus brazos abiertos en forma de "Jesucristo". Las mujeres admirando. Los hombres envidiando. Y en el punto más alto de su fase aerea, se nos cayó el mundo. Primero fue algo interno, al verlo sufrí de verdad. No es que se haya tirado de cabeza en vez de hacer una triple mortal, fue algo mucho peor. Después noté la decepción en todos los rostros presentes, como si hubiera prendido un saumerio o un cigarrillo, como si sus compañeros de baila ya hubieran caido al agua mietras el recién terminaba de subir. No era algo normal, ¿como pudo pasar?. El hombre que atraída a todas las miradas y pensamientos, en el punto más alto, flexionó uno de sus brazos, y utilizando sus dedos pulgar e índice en forma de pinza, se tapó la nariz para que no le entre agua.
Imperdonable.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me gustó mucho este relato sobre lo "imperdonable". Sigue así.

Marioca dijo...

Yo hasta me he hecho el fumador para agarrarme una mina q fumaba....pero no me banco las q abrazan a todo el mundo (en mi diccionario: "calientapijas").
Igual yo sé la solución a ese detalle imperdonable: otro vaso de vino...
Un abrazo